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Las personas encarceladas están entre las más afectadas por el coronavirus en Estados Unidos. Al menos una de cada cinco personas en prisiones estatales y federales ha contraído el virus desde el inicio de la pandemia y más de 2.000 han muerto a causa de la enfermedad.
Desde que las vacunas contra el COVID-19 han estado disponibles, las personas encarceladas y sus familias le han contado a The Marshall Project que no están recibiendo la información clave. Por eso encuestamos a 136 personas encarceladas y recopilamos las preguntas más comunes. Obtuvimos las respuestas de expertos en vacunas, documentos informativos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), y de otras fuentes confiables.
¿Cómo funciona la vacuna?
Hay dos marcas de vacunas contra el COVID-19 ampliamente distribuidas en Estados Unidos: Pfizer-BioNTech, que requiere dos dosis con 21 días de diferencia, y Moderna, que requiere dos dosis con 28 días de diferencia.
Ambas inyectan en tu cuerpo un pequeño fragmento de material genético llamado “ARN mensajero”. El ARN mensajero enseña al cuerpo a producir una inofensiva “proteína espiga” como la que se encuentra en el coronavirus. Tu cuerpo aprende a reconocer la proteína espiga como algo extraño y produce anticuerpos que combaten el virus y te protegen del mismo.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó la vacuna de Johnson & Johnson el 27 de febrero. Su distribución se intensificará en marzo. A diferencia de las otras dos vacunas, la de Johnson & Johnson solo requiere de una dosis. Ésta inyecta en tu cuerpo una versión inactiva de un virus común llamado adenovirus. El adenovirus transmite instrucciones a las células para que creen la proteína espiga, lo cual desencadena una respuesta inmunitaria.
Las tres vacunas son altamente eficaces para prevenir la hospitalización y la muerte por el COVID-19. Debido a que el suministro de vacunas es tan escaso, la mayoría de personas dentro o fuera de las prisiones no puede escoger qué marca recibir.
¿Cuáles son los efectos secundarios más comunes de la vacuna?
Las tres vacunas pueden causar efectos secundarios leves de uno a tres días después de haber recibido la inyección. Algunos efectos secundarios comunes son irritación, hinchazón, sensibilidad y dolor muscular en el área del brazo donde se recibió la dosis. Algunas personas han presentado fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y cansancio, sobre todo después de la segunda dosis. Los expertos sugieren planear un día de descanso y tomar un analgésico.
¿Hay efectos secundarios graves?
Un porcentaje mínimo de personas que recibió las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna presentó una reacción alérgica grave llamada anafilaxia. La mayoría de estas reacciones se produjo poco después de la inyección, por lo cual se debe esperar unos 15 minutos antes de salir del lugar de vacunación. El paciente debe informar a quien lo vacuna si ha tenido reacciones alérgicas graves o si alguna vez ha usado una EpiPen.
Si bien ningún participante de los ensayos clínicos de Johnson & Johnson ha tenido una reacción anafiláctica después haber recibido la vacuna, un pequeño porcentaje de personas experimentó coagulación en la sangre. Los expertos todavía estudian si esto tuvo relación con la vacuna.
¿Cómo saber si la vacuna es segura?
Las autoridades sanitarias no han reportado ninguna muerte causada por las vacunas contra el COVID-19. Hay que comparar esto con las más de 500.000 personas que han muerto por coronavirus en el país. “El COVID es una enfermedad muy grave'', dijo Larry Corey, un experto en virus que lidera la Red para la Prevención del COVID-19 (COVID-19 Prevention Network). “Las vacunas son eficaces para prevenir la muerte, la hospitalización y estar conectado a un respirador”.
Algunos encuestados dijeron temer que las empresas estuvieran utilizando a los presos como conejillos de indias. Pero más de 100.000 personas participaron en los ensayos clínicos de las vacunas de Moderna, Pfizer-BioNTech y Johnson & Johnson antes de que estuvieran disponibles para el público y la inmensa mayoría de esos participantes no estaba en la cárcel. Los ensayos clínicos para las vacunas demostraron que todas tienen el mismo efecto en personas de distintas razas y grupos étnicos.
Hasta la fecha de esta publicación, más de 75 millones de personas —aproximadamente el 15% de la población de Estados Unidos—han recibido al menos una dosis.
¿Cómo están distribuyendo las cárceles la vacuna contra la COVID-19?
Primero hay que tomar en cuenta que los estados son los que deciden cuándo se vacunan sus residentes. La mayoría de estados está distribuyendo las vacunas en tres fases. Según el gobierno estatal, las fases se basan en quienes tienen más riesgo de contagiarse del COVID-19.
Expertos médicos alegan que las personas encarceladas deberían estar en la primera fase debido a que tienen un riesgo muy alto. Pero hasta ahora, solo nueve estados han incluido explícitamente a personas encarceladas en la Fase 1. Dieciocho estados los han colocado en la Fase 2. La mayoría de los estados restantes tiene planes vagamente redactados para incluir a las personas encarceladas. Para saber qué lugar ocupan las personas encarceladas en el plan de vacunación de cada estado, buscar en esta lista recopilada por la Prison Policy Initiative.
¿Quién recibe primero la vacuna en prisión?
No hay guías de distribución universales para las prisiones estatales, las cárceles locales y los centros de detención. Según los CDC, cada jurisdicción puede hacer sus propios planes.
La Agencia Federal de Prisiones tiene lineamientos clínicos públicos. De acuerdo con estos lineamientos, las prisiones federales distribuirán las vacunas según cuatro “niveles de prioridad”. Las personas que trabajan en “unidades de servicios de salud” o que viven en centros de cuidado son la prioridad principal. La segunda prioridad son las personas de 65 años en adelante, y aquellas con condiciones de salud como cáncer, enfermedades cardíacas, anemia de células falciformes o diabetes tipo 2, que las ponen en alto riesgo de ser hospitalizadas o de morir por el COVID-19. En el tercer nivel de prioridad están las personas de 50 a 64 años, y aquellas con condiciones médicas como asma, presión sanguínea alta y enfermedades hepáticas, que las ponen en riesgo de sufrir una infección grave por el COVID-19. Luego de que estos grupos reciban las vacunas, las autoridades de las prisiones tienen instrucciones de dárselas a cualquier persona que quiera ponérsela.
¿Debería vacunarme si ya tuve el COVID-19?
Cuando se recupera del COVID-19, tu cuerpo empieza a producir anticuerpos protectores. Si te expones al virus de nuevo, estos anticuerpos pueden identificar y, en la mayoría de casos, vencer al virus. Esto se conoce como “inmunidad natural”.
Pero la cantidad de inmunidad natural que las personas desarrollan puede variar. Los expertos siguen estudiando su eficacia para prevenir futuras infecciones por el COVID-19. Por eso los CDC recomiendan que las personas esperen al menos 90 días después de haberse recuperado del virus para vacunarse.
“No sabemos cuánto durará la inmunidad (natural)”, dijo Monica Gandhi, profesora de Medicina de la Universidad de San Francisco. “Puede ser mucho tiempo, pero se sigue recomendando la vacunación. La razón no es porque la persona no tenga inmunidad después de haber contraído el COVID, sino porque vacunarse podría potenciar la inmunidad de por vida”.
¿La vacuna me impide contraer las nuevas cepas de coronavirus?
Los expertos aún están investigando la protección que proporciona cada vacuna contra las nuevas cepas que han aparecido en distintas partes del mundo. Aunque cada cepa es diferente, estudios tempranos han demostrado que las tres vacunas son eficaces para prevenir infecciones graves. “La única herramienta real que tenemos para combatir el virus, además de no contraer el COVID, es la vacunación'', dijo Corey, de la Red para la Prevención del COVID-19 (COVID-19 Prevention Network).
Entonces, si me vacuno, ¿puedo aún contagiar el coronavirus?
Quizá. Los expertos siguen estudiando si las personas vacunadas pueden portar y contagiar el coronavirus. Por esa razón, los CDC recomiendan seguir tomando precauciones como las mascarillas, el distanciamiento social y el lavado frecuente de manos, incluso si se está vacunado.
Ariel Goodman es Tow audience engamement fellow en The Marshall Project. Es bilingüe, trabaja en múltiples medios, y centra su trabajo en los medios comunitarios, el periodismo colaborativo, y en elevar las voces y las historias de los más afectados por la injusticia.
Esta pieza fue traducida por Óscar Molina V.